En Construcciones Fernández de Nograro, nos enorgullece celebrar siete décadas de dedicación al sector de la construcción en Vitoria-Gasteiz. Fundada en 1955 por Victorino Fernández de Nograro, nuestra empresa ha evolucionado desde un modesto proyecto en la calle Argentina hasta consolidarse como un referente en la promoción inmobiliaria local, habiendo desarrollado miles de viviendas que han albergado a generaciones de vitorianos.
Nuestro origen se remonta a aquellos años en que Victorino, albañil y carpintero originario de Atiega, emprendió su andadura a los 31 años con recursos limitados. Apoyado en un préstamo familiar de sus tíos agricultores en Espejo, promovió su primera edificación en lo que hoy conocemos como calle Argentina. Aunque aquellas viviendas fueron demolidas posteriormente en el marco de la reurbanización de San Martín, representaron el fundamento de una trayectoria caracterizada por un crecimiento orgánico: la reinversión sistemática de beneficios en nuevos terrenos, una urbanización pausada y la evitación de riesgos especulativos ajenos a Vitoria-Gasteiz. Como bien resume Carlos Fernández de Nograro, hijo del fundador y actual director, «crecer poco a poco, reinvertir los beneficios en nuevos terrenos que urbanizar y huir de pelotazos».
A lo largo de estas siete décadas, hemos sido testigos y actores principales del desarrollo urbano de Vitoria-Gasteiz. Desde los años 60, con promociones en Domingo Beltrán y el Casco Viejo –como Cubo o Barrancal–, hasta la expansión en los 80 en Santa Lucía y Hebillas. En la década de los 90, apostamos por Lakua con viviendas de protección oficial (VPO) a tipos de interés que descendieron del 14% al 11% gracias a la colaboración con Caja Laboral. Nuestro compromiso se extendió de manera significativa a Salburua y Zabalgana, donde Carlos presidió la Junta de Concertación que impulsó su urbanización mediante un pacto público-privado diseñado para absorber la creciente demanda residencial en una ciudad en expansión.
Hemos superado desafíos que han puesto a prueba la resiliencia de muchos actores del sector. La crisis de 2010 paralizó la actividad en Vitoria-Gasteiz durante ocho años, pero nuestra estrategia de diversificación en alquileres y mercado de segunda mano nos permitió perseverar. «La crisis fue tan dura que se llevó a buenos, a malos y a regulares», reflexiona Carlos, destacando el contraste entre las hipotecas al 120% de entonces y el límite actual del 80%, que ha contribuido a una mayor estabilidad en el mercado.
Hoy, el relevo generacional se materializa en las figuras de Víctor, Enrique y Carlos –nietos del fundador–, quienes lideran un equipo que preserva nuestra esencia familiar. Nos centramos en barrios como Salburua, Zumabide y Goikolarra, manteniendo un enfoque en la calidad y la sostenibilidad.
No obstante, el panorama actual presenta retos que afectan a toda la industria. El conflicto en Ucrania ha incrementado los costes de los materiales en un 30%, erosionando nuestros márgenes del 6% y generando pérdidas en promociones de 2021-2023. Además, la escasez de mano de obra cualificada –albañiles, fontaneros y carpinteros– representa un obstáculo significativo: las condiciones laborales son exigentes, y aunque la inmigración ha sido un apoyo clave, los salarios en ascenso encarecen la vivienda nueva. «Es imposible encontrar instaladores de ladrillos caravista», señala Carlos, quien identifica en la prefabricación una solución provisional.
Nuestra filosofía permanece inalterada: promovemos una variedad arquitectónica mediante colaboraciones con estudios como los de Fernando Bajo o Alberto Esparza, seleccionando propuestas innovadoras entre tres opciones presentadas. Adaptamos nuestro ritmo a la demanda moderada de Vitoria-Gasteiz –con solo 700 licencias en 2024–, y en estos momentos, con grúas operativas junto al Instituto de Salburua, nos interrogamos sobre el próximo proyecto que definirá nuestro legado.
En Construcciones Fernández de Nograro, no solo erigimos estructuras; construimos comunidades y legados perdurables. Hemos acompañado a familias que inician su trayectoria con alquileres, prosperan y posteriormente adquieren viviendas más amplias o destinadas a sus descendientes –un ciclo que se repite desde los años 60 hasta la actualidad. En un contexto de aceleración constante, nuestro principio de «despacito» nos recuerda que la solidez se forja con paciencia y visión a largo plazo.
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